Título original: 'Up in the Air'.
Duración: 109'.
País: Estados Unidos.
Para mí...
Guión: Notable (8).
Interpretación: Notable (7,5).
Efecto: Profundo sin abandonar el entretenimiento.
Nota Global: Notable (7).
Por ser de una isla aprendí desde muy pequeño lo que era un avión y nunca tuve miedo a volar, sin duda, una ventaja. Por motivos profesionales he tenido que coger muchos aviones –créanme que cuando digo muchos me refiero a muchos- y se ha convertido en un medio de transporte más para mí.
Como digo no sé lo que es tener miedo a volar, lo que se siente al sentarse en el sillón de un avión y pasarlo mal, pero en éstos años he visto de todo: desde congregaciones completas rezando en alto rosario en mano durante el despegue, hasta vecinos de sillón que parecía que iban a clavar las uñas en los apoyabrazos del sillón. Pero es verdad que últimamente la cosa “está fea”. Estamos viviendo la segunda crisis en cuanto a aviación se refiere de los últimos 10 años. La primera vino después del 11-S y se consiguió aplacar con unas medidas de seguridad brutales. Aunque todavía no podamos refrenar el impulso de mirar fijamente a cada persona árabe o medianamente sospechosa que se suba en nuestros aviones. Pero ésta segunda crisis es distinta. Me refiero a la que se ha desencadenado a raíz del último accidente aéreo del año pasado del vuelo de Spanair que viajaba entre Madrid y Gran Canaria. Fue un gran palo a todos los que usamos con relativa asiduidad este medio de transporte y, el que niegue que no tuvo miedo y pensó en ello al menos una vez, miente. Yo, que nunca he tenido miedo a volar, lo he hecho.
Si me permiten, creo que éste miedo generalizado es más irrefrenable e intranquilo. Los pasajeros –o al menos yo- nos sentimos con tranquilidad y relativa seguridad frente al terrorismo en los aviones y, cada vez más con los innumerables medios de seguridad que llenan nuestros controles. Sin embargo, los problemas técnicos y posible “fallo humano” nos pone de los nervios. Y es que ayer por la noche me pasó algo que me sorprendió mucho:
Debía coger un avión a las 20.00 horas que me llevaría desde el Aeropuerto de Tenerife Norte hacia el de Barajas. El vuelo sufría en un principio un retraso de 20 minutos por los problemas que arrastraba el aeropuerto madrileño desde la mañana por la niebla. Este retardo se fue ampliando hasta que, a las 20.40 nos anunciaron en la puerta de embarque el siguiente mensaje: “Se informa a los señores pasajeros del vuelo JK5085 de Spanair que sufre un retraso por problemas técnicos. Se estima la salida a las 21.10”. Pues bien, en ese momento pensé que vaya rabia por salir tan tarde, pero cuál fue mi sorpresa cuando veo a los pasajeros que esperaban junto a mi en la puerta de embarque con unas caras de preocupación e intercambiando comentarios entre ellos sobre la posibilidad de cambiar el vuelo o incluso ir al sur a coger otro. De hecho, esto llegó a un punto tal que, cuando ya estábamos a bordo del avión, el piloto explicó la razón del retraso y del problema técnico -que lo calificó de un "problema sin importancia" y que se habían "retrasado por comprobar que estuviera bien y por un exceso de celo"- y nos informó que una pasajera todavía no se había decidido a coger el avión y que en cuanto lo hiciera despegaríamos. Esto no era por precaución por si no acababa saliendo el vuelo sino por miedo al “problema técnico”. Y es que ahora, sobre todo en Canarias, SPANAIR+PROBLEMA TÉCNICO= CATÁSTROFE.
En el caso que les relataba finalmente el avión salió sin mayor problema y fue uno de los vuelos más cómodos que recuerdo. Pero esto es un problema grave que las compañías aéreas y las autoridades se deben plantear seriamente. Los usuarios necesitamos ir con mayor tranquilidad a coger un avión, que no es cualquier cosa subirte a un aparato a más 6.000 pies de altura. Seriedad y respeto, no somos números, somos personas.
La idea es original, no es que hagan un baile espectacular, pero coordinar a 172 personas para que cada uno haga su papel en el momento adecuado, lo que necesita, al menos, mucha implicación. Por lo visto tardaron 2 horas en conseguir el efecto deseado.